¡Cómo vea a ese mosquito gordo y seboso me lo voy a cargar!
¿De qué estoy hablando? Pongámonos en situación. Estoy lejos, muy lejos de donde suelo estar, sentado en una cama (dura, dura y dura) y encerrado dentro de una de esas redesillas llamadas mosquiteras. De temperatura: agradable, gracias al aire acondicionado que la mantiene a 25ºC. Pero, ¿cómo llegué aquí?
Estoy en Bangalor, India. He venido para colaborar con Dipu (=mucho trabajo,=muchos proyectos, =poco tiempo) durante dos semanas. Aunque el día de hoy me lo he pasado la mayoría del tiempo durmiendo (asegurándome que no va a ser por sueño por lo que no haga cosas en estas dos semanas) tengo ya cosas que contar.
He dejado Armagh en un momento crítico, al menos en cuanto a sentimientos. Nostálgico por los que se van y no sé cuando volveré a ver. Este año ha sido uno de los más agradables. ¿Tal vez por ver la luz al final del camino? no, eso sigue estando oscuro,oscurísimo, y tampoco tiene mucho que ver. Ha sido por la cantidad de sangre nueva y fresca que ha aparecido en Armagh en este año. Por una parte los que llegaron nuevos al observatorio; Tom, ese chico inglés con aires risueños que tiene un humor que congenia perfectamente con el mío. Ha viajado por todo el mundo y tiene una hermana instructora de vuelo. Es vegetariano de los que come pescado y se ha comprado un monopatín (y me está enseñando a usarlo). Tiene un estilo de vestir muy propio, y me encanta. Le echo de menos y sé que lo volveré a ver en dos semanitas, no como a otros.
Los otros son la panda de franceses (+ una española) que invadieron Armagh este año, y han dejado marca, no sólo a mí, sino en todo Armagh. ¿Cuántas noches de fiesta, interrumpidas a la una y media de la mañana, hemos acabado en ese ático de Scotch street? En verdad esa casa se ha ganado uno huequito dentro de mis memorias de Armagh. La casa en cuestión está (todavía lo está) ocupada por tres franceces:
Löic: All must be under control! (todo debe estar bajo control) o al menos así fue mi primera impresión... Aquel día de octubre que fuimos a su casa sin conocer a nadie, simplemente invitados por Toby que había sido invitado por otro francés ajeno también a dicha vivienda. No había nada que se le escapase; gente sin vasos ahí estaba él trayendo vasos limpios, alguno en peligro de caerse por la minúscula ventana, también él estaba ahí evitando que rompiese la ventana. Pero eso fue solo la primera impresión. Ya después fui conociéndolo más y más e incluso evidiando a sus compañeros de piso por toda la complicidad que tenían entre ellos fuera donde fuese (me recordaban el cubanito y a los que lo formábamos). Su aprendizaje del español me dejaba anodadado (¿tal vez una buena profesora?)
Emillie: Unos cuantos anécdotas han ocurrido con ella (o con familiares suyos). Sonriente siempre. Pícara en los momentos que menos te esperas, con una risa contagiosa y ensordesedora... al menos bajo la influencia del alcohol (en mí).
Anaelle: Francesa arqueóloga. Medio Hippie. Le gusta la aventura, explorar sitios sola o acompañada. Canta, canta la mar de bien, la casa no sería lo mismo sin oir su voz cantando alguna canción (desde rap a baladas).
Espee (de Esperanza): Del Sur, andalusaaa, malagueña. Fiestera, alegre, divertida, original. Salsera. Imprevisible. Apretaa, como dice ella (la primera vez pensé que estaba estreñia, pero luego ya me explicó eso de apretaa, viene a ser algo así como echada pa'lante, o como alguien describió alguna vez, en el buen sentido: Trastillo). Hija de una madre del mismo calibre, que no duda en vestirse de sevillana delante de un grupo de "guiris" (conocidos) y ponerse a bailar. Es además muy buena cocinera, hummm que rico estaba todo: esas lentejitas, y esas porras, y ese gazpachuelo...
Pero también hay más gente "ajeno" a "la casa" que también se va...
Ese es el caso de André: músico de Jazz, aunque con pachorra a la vez. Hambriento en cualquier momento, ir a casa de unos a las dos de la mañana para hacerles hacer una barbacoa está entre sus logros. Se apunta a todo y más. Ains, y me voy a perder su despedida... Mega-fiesta en la casa de Toby, el sábado que viene. Invitado están todos, y cuando digo todos me refiero a todo el mundo que le pille de paso.
A estos personajes aparecidos en Armagh como por arte de magia les debo uno de mis mejores años y espero verles alguna vez en un futuro no muy lejano. Deseándoles lo mejor. Y teníendoles en un huequito en mi corazón.
Y hablándo de gente a la que quiero, he de nombrar a Nikhil. Nikhil es un chico de la India (donde me encuentro ahora por si lo habían olvidado) con que pasé un muy buen tiempo la última vez que estuve aquí. Me he puesto a leer su
blog que no había podido leerlo antes y ¡guau! me encanta como escribe. Me he propuesto verlo, aunque esté en la otra punta del país... no sé cuantas oportunidades volveremos a tener de estar tan cerca.
Dejando la nostalguia a un lado, ¿cómo ha sido mi viaje hasta aquí? Pues mejor no podía ser. En Heathrow (ese aeropuerto gigante) me dieron una buena noticia, me habían puesto en una categoría superior, y la verdad, en viaje tan largo se agradece mucho más. El avión: un 747, ese de dos plantas, y yo en primera.. ¿me tocaría arriba?, nooo, no tuve tanta suerte pero al menos vi las escaleras, que no eran de caracol. Y como no hay mal que por bien no venga... la azafata encargada de mi zona era ¡española!. Y claro, me daba heladitos, me ofrecía repetir, y conversación. ¡Qué simpática! El viaje se salió.
La llegada a Bangalore fue a las 5 de la mañana, ya de día y con más de 30º, al menos una suave brisa suavizaba la mañana. Girjesh me había ido a buscar al aeropuerto y me trajo a mi habitación, donde me encuentro ahora. Una habitación que superaba mis expectativas. Aire acondicionado, televisor, nevera, baño con papel higiénico y por supuesto, lo más importante: Cama con mosquitera.
Dormí un ratito hasta la hora de comer, me duché y me puse el repelente de mosquitos. Girjesh vino a ver como estaba, Jibu venía con él (Jibu fue el que me soportó de compras la última vez que estuve por aquí) y después de comer a caminar un poquito, no mucho porque recordé que me tenía que tomar las pastillas de la malaria. Volví, me las tomé y encendí el portatil para ver si podía contactar con Dipu, para decirle que estaba sano y salvo... pero en lo que buscaba su correo y me conectaba a internet un mosquito se puso las botas, cuatro picadas, una al lado de otra, y ¡qué picadas! ¡¡Aaaajaa!! lo ví, estaba al lado de la cama, pero no llegué a darle caza, se puso a volar y lo perdí. Escribí el correo y me puse en lugar seguro, debajo de la mosquitera a la vez que me entraba un ligero sueñecito (¿a causa de las picadas?). Horas más tarde me desperté, Dipu me estaba llamando por teléfono. Hablé con él y quedamos para mañana y en ese momento el mosquito me picó otra vez. Lo volví a ver... estaba gordo y pesado, no podía ni volar ya, pero aprovechandose de la escasa luminosidad de la habitación desapareció otra vez.. y yo me volví a meter dentro de la cama.. y aquí sigo.. hasta mañana por la mañana.
Ya contaré más, a no ser que me derrita.
¡¡Saludos y besos a todoos desde la India!!
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